lunes, 31 de octubre de 2011

" Lolita y lo inconsciente "



Lo correcto y lo no correcto van de la mano, se distancias para engañarnos. Unidos son más fuertes. Buscan envenenarte y que caigas en los enredos de la vida taciturna.

Siempre existe el paso intermedio, el Yo mediador. Nos encanta olvidarnos de éste último. ¿Una vida controlada y equilibrada? Eso no existe.

Realizamos nuestra vida, a la que nos gusta llamar locura, deseándonos llevar por el Ello distintamente. Cuando la realidad nos golpea duramente, volvemos a bañar de lágrimas al Super yo...

Somos ensayo y error, somos la porquería del mundo. Creo que este mundo necesita un enema.

domingo, 9 de octubre de 2011

" Lolita busca y no encuentra "



Hay momentos en los que miras las expectativas que antes veías lejos, pero que ya se acercan. Sientes vértigo, tienes nauseas. Todo va demasiado deprisa y no quieres caer en el abismo. Sabes que pronto llegará y tendrás que partir. En ese momento, no serás nada ni habrás hecho nada memorable. Tenias todo a tus pies y lo desaprovechaste. Llegan los arrepentimientos, las lágrimas y los suspiros interminables. Las caras de tristeza de rodean, aunque son yenas esperando que llegue el momento adecuado para devorarte. Ya no eres nada, solo simple carroña para los buitres. Ahora, piensas que querías ser todo y no llegaste a nada. Vuelves a medir las expectativas, vuelves a mirar el viejo reloj de bolsillo. Te das la vuelta en la cama, te gusta oler la almohada, morderla para no gritar de rabia. Huele a tabaco y tequila, largas noches desaprovechadas. Huele a libros viejos de biblioteca. Empiezas a añorar el olor de la gasolina. Ahora no quieres nada, solo un poco de tiempo más, solo quieres volar, libertad. Navegas entre las nubes enredado los dedos entre ellas. Quieres un café en aquella cafetería que nunca entraste. Quieres coquetear con aquel chico del autobús. Ahora echas de menos la broncas en las cenas familiares. Cae la botella y las pastillas. El dolor se calma. Vuelves a mirar las expectativas. Otra vuelta en la cama y otra sacudida de ansiedad se derrama entre tus piernas. Es el olor a la llegada, a la bienvenida en aquella barca que veías tan lejos. No quieres nada, solo la soledad merecida. Te tapas con la almohada, tiemblas. Es el frío de la noche y de la llegada. No quieres nada. Miras las expectativas por última vez, ya no sientes nasa y huele a bienvenida.